“Que Maduro niegue la crisis, es lo peor que puede pasar a los que queremos sanar”

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La crisis generalizada que padece Venezuela ha condenado a sus ciudadanos a tener que deambular en las madrugadas para hacer largas filas para adquirir alimentos y hacer uso del ingenio para conseguir medicamentos que van desde los más comunes, hasta medicinas para tratar enfermedades crónicas.

¿Pero qué pasa con los casos en los que la vida de una persona depende del Gobierno, pues solo él, es el que administra medicamentos de vida o muerte?

PanAm Post publicó la historia de Julia Ángel Guanipa Rojas, de 45 años, es venezolana, trabajadora de clase media, pero todos sus años de trabajo y de vida penden de un hilo al no poder acceder a los medicamentos que combaten el cáncer de su organismo, diagnosticado en febrero de 2014.

Con lágrimas en los ojos, un tono de voz esperanzado, pero a la vez con un sentimiento de impotencia, Guanipa explicó las penurias que debe pasar un paciente con cáncer en Venezuela, un país que enfrenta una economía de guerra.

Para Guanipa lo más indignante es haberse enterado que el Gobierno de Nicolás Maduro se negó a recibir ayuda humanitaria de países y organizaciones dispuestos a ayudar.

“Que Maduro diga que no hay crisis humanitaria y lo niegue, es lo peor que nos puede pasar a los que tenemos la esperanza de sanar. Le pedimos al Gobierno que tenga sensibilidad, que piense en la gente que está en riesgo de morir por la falta de medicamentos”, dijo Guanipa.

A continuación su historia:

Guanipa explicó que ella tenía acceso a las farmacias de alto costo y a las del Seguro Social, pero que no consumía las que entrega el Gobierno porque los médicos venezolanos cuestionan su efectividad.

“Al Seguro Social, sólo llegan las medicinas ‘bolivarianas’ que vienen de un laboratorio llamado Libra y que está cuestionado internacionalmente, yo las retiraba porque pude acceder a ellas y las donaba a otras mujeres que no tenían las mismas posibilidades que yo”, aseguró.

“Yo que lograba acceder a las que vende Badan que son de alto costo, no tuve mayores efectos secundarios, aún cuando me hicieron 16 quimioterapias; en cambio a compañeras que usaban los medicamentos del Seguro Social les cayeron muy mal; mi doctora dice que ella no certifica que el tratamiento del Seguro Social sea 100% seguro”.

Guanipa contó que necesitó 16 quimioterapias y que su aplicación le costó 60.000 bolívares (US$ 54,89), en un país donde el sueldo mínimo es 11.577,81 bolívares (US$ 10,59); dijo que además esas ampollas ya no se consiguen.

“Hay que estar en el pellejo de las personas para saber que tu vida depende de una medicina y que no tienes la certeza si las vas a conseguir o no; el Seguro Social solo dice: ‘no hay’ o ‘venga otro día’ (…) es una situación muy estresante e indignante juegan con la miseria y las necesidad de las personas”, aseguró.

Contó que además tuvo que pagar US$400 para hacerle un examen fuera del país a su tumor porque en Venezuela ya no se realiza dicho estudio.

Luego de detectar el tumor y de haberle colocado el Herceptin, medicamento que necesita para inmunizarse, la operaron y le vaciaron el seno derecho; allí empezó la lucha para conseguir una especie de prótesis que se llama Expansor, que para julio del año pasado costaba 450.000 bolívares.

“Ya en quimioterapias había pagado 200.000 bolívares, la operación costó 380.000 bolívares y ya la prótesis no tenía cómo comprarla. Gracias a Dios la obtuve a través de donaciones (…) Quiero que sepan que yo soy una persona con buenos ingresos, y en Venezuela el dinero no da, no alcanza para cubrir lo costoso que es el cáncer”, aseveró.

Explicó que adicionalmente ha debido realizarse una serie de exámenes especiales que costaron 390.000 bolívares y que ahora necesita aplicarse 25 radioterapias con un costo de 414.000 bolívares.

“¿Quién puede con esto, con esta situación?, yo tengo que tomarme una pastilla que se llama Tamoxifen por 10 años, me la estoy tomando desde noviembre y la semana pasada el seguro me dio una caja para 30 días, pero no hay más (…) opté por comprar unas en Bogotá (Colombia) y tres cajas me salieron en 56.000 bolívares ”, aseveró con indignación.

Contó además que descubrió la manera de conseguir sus medicamentos a través del mercado negro con los mismos trabajadores del Seguro Social, pero que los pocos que se consiguen los venden con sobreprecio.

“¿Cómo hace uno para negarse a comprar el medicamento por mercado negro si por la vía normal y legal no hay?, estas son las miserias a las que debemos enfrentarnos los venezolanos (…) los mismos trabajadores del Seguro Social se llevan las medicinas y las venden a través del mercado negro”, dijo.

Luego de contar todo lo que le ha costado conseguir sus medicamentos, explicó que cuenta con el mejor pronóstico por parte de los médicos y que hay grandes posibilidades de que pueda recuperar y salvar su vida, pero dijo que si no consigue el Herceptin, todo ese buen pronóstico “se puede caer”.

“No consigo el Herceptin y de él depende mi vida, ya no se consigue ni en el mercado negro, comprarla en el exterior cuesta US$ 2.000; yo no puedo pagar eso, son 14 que necesito y me las tengo que colocar cada 21 días”, aseguró.

“Donde yo me coloco las radioterapias, al menos hay 25 mujeres que por no tener el medicamento no se están haciendo el tratamiento (…) de este medicamento depende la vida de las pacientes, garantiza que no vuelva a recaer”, dijo a PanAm Post con preocupación.

Ahora, Julia Guanipa debe luchar y esperar con fe a que en los próximos días pueda conseguir su medicamento, mientras que llorando mostró su indignación porque el Gobierno venezolano se ha negado a recibir la ayuda humanitaria.

“Nicolás Maduro rechazó la ayuda humanitaria. Yo no me quejo porque gracias a Dios he tenido suerte, pero hay gente que no, gente a la que le reincidió la enfermedad porque no pudieron colocarse las quimioterapias como eran o que no pueden aplicarse las radioterapias”, dijo.

Venezuela es un país que tras el mal manejo de la economía, y los controles de cambio y de los precios hoy en día enfrenta una escasez de medicinas que supera el 80%, de cada 10 insumos que se necesitan, 8 no se consiguen.

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