Los efectos psicológicos del confinamiento, pautas para su control

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El hecho de estar confinados, aislados en nuestras casas para poner freno a la Covid-19, puede tener un gran impacto sobre nuestra salud psicológica. ¿Cómo nos afecta?, ¿de qué manera lo podemos afrontar?, ¿cómo gestionar el miedo y la ansiedad? Son algunas de las preguntas a las que ha respondido la psicóloga Silvia Arcas en El Bisturí. El confinamiento en España, que hoy cumple un mes, se prolonga como mínimo hasta el 26 de abril, pero puede extenderse más

Como explica Arcas, la afectación psicológica en una situación tan extrema como esta es evidente y normal. “El ser humano tiene vinculados una serie de miedos profundos, como el miedo a no poder controlar una situación, a asumir la vulnerabilidad o la impredecibilidad de los acontecimientos, a no poder garantizar la supervivencia, a la enfermedad, a la muerte o al estigma social. Ahora mismo los tenemos todos mezclados”.

A esto además, hay que sumar la reclusión y el sentimiento de restricción física, mental y emocional, añade.

“Es una situación que no habíamos experimentado antes, hay quienes comparan el impacto emocional de ahora con los acontecimientos que se vivieron en el 11M o el 11S, e incluso gente que encuentra similitudes con los periodos de guerra; es un impacto emocional muy severo”, recalca.

Formas de gestionar el miedo y el estrés

Como indica Arcas, la responsabilidad en este aspecto es compartida, ya que, aunque hay cosas que podemos hacer desde casa, con nuestras familias y nuestro entorno cercano, hay otras que es importante que se cuiden desde las instituciones.

Una de las recomendaciones más importantes es no olvidarse de mantener un trato humano los unos con los otros. “Es cierto que debemos establecer precauciones a la hora de salir y relacionarnos, pero no podemos estar en la calle percibiendo a las personas que nos cruzamos como un enemigo o un potencial contagiador”, advierte.

“Aunque tengamos que mantener la distancia, podemos cruzar una mirada o lanzar una sonrisa; debemos dar prioridad al trato humano por encima de eso, no nos conviene dejarnos llevar por la psicosis”, añade.

Además, para que esta situación nos afecte lo menos posible, asegura que debemos evitar la sobreexposición a la información, ya que “tener mucha información no significa que se tenga conocimiento. A veces lo que produce una sobreinformación inadecuada es un estado de pánico y confusión”.

Por ello, aconseja informarse a través de fuentes oficiales, no dejarse llevar por los bulos y rumores, y no someternos a un bombardeo informativo masivo. “Lo mejor es dedicarle un poco de tiempo a diario o incluso algunos días a la semana, pero luego desconectar y ocupar la mente con otras cosas”, afirma.

Cuando los días son iguales y el tiempo no pasa

Estando encerrados en casa los días parecen siempre iguales y es normal irse a dormir con la sensación de que mañana va a ser lo mismo otra vez.

Como explica la psicóloga, estamos en mitad de un estrés agudo, intentando adaptarnos, y nuestra sensación es de frustración, irritabilidad, aburrimiento, lentitud, incluso de pérdida de concentración y de que el tiempo se dilata indefinidamente.

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“El contacto real es imposible de suplir a través de las redes”. EFE/Alberto Martín

Por ello, conviene seguir rutinas que nos ayuden a tener orden y sentirnos ocupados; hacer los días más llevaderos.

Arcas asegura que es fundamental cuidarse todos los días: “movernos, intentar exponernos al sol, hacer deporte, ocio creativo como pintar, leer o bailar, y mantener contacto diario con familia y amigos”.

Además, añade: “Debemos intentar encontrar en las casas espacios para nosotros mismos, lugares diferenciados donde en algún momento del día podamos desconectar de la gente con la que vivimos y tener nuestro pequeño momento de introspección”.

Otro aspecto importante es no ponerse una fecha determinada para el fin del confinamiento, ya que eso nos hará generar una expectativa y lo pasaremos mal si no se cumple. Por eso, lo mejor, según la experta, es vivir el día a día.

“Concéntrate en lo que tienes que hacer cada día o cada semana, marca pequeños objetivos cotidianos y desarrolla un pensamiento de confianza, de que las cosas se arreglarán”.

Nos servirá para valorar más las cosas

Hay muchas cosas integradas en nuestra vida cotidiana que no valoramos. Vamos a trabajar con desgana, nos sentimos empujados y hacinados en el transporte público, nos comunicamos mucho a través de las redes sociales, y no apreciamos el contacto directo y real con las personas.

“Ante esta situación de reclusión nos damos cuenta del valor esencial de todas esas cosas”, afirma Silvia Arcas.

“El otro día fui a la farmacia y la calle estaba desierta. Había una mujer mayor asomada en un balcón y, al verme, me saludó de forma muy efusiva sin conocerme de nada. Me hizo reflexionar sobre el deseo que tenemos todos de un contacto real que es imposible suplir a través de las redes; necesitamos ese contacto, esa sonrisa, ese saludo“, relata.

Gestionar el estrés cuando todo acabe

La psicóloga explica que, aunque los seres humanos tenemos una capacidad de hacer frente al estrés intenso mucho mayor de lo que creemos, no tenemos tanta capacidad para afrontar un estrés que se mantiene en el tiempo de manera crónica.

Por eso, normalmente, “cuando hemos atravesado un periodo largo de estrés crónico vienen las complicaciones. Habrá personas que después de este periodo todavía se mantengan ansiosas; las más vulnerables podrían incluso desarrollar depresión o trastornos por estrés postraumático”, alerta.

Asegura que vamos a tener que generar muchísimos apoyos entre el entorno cercano y los profesionales para “sostener a todo aquel que lo necesite”

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