Si 21 días sirven para cambiar hábitos de vida, ¿En qué ha cambiado la tuya en cuarentena?

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De acuerdo a un reportaje del diario El PaísMaxwell Maltz (1889 -1975), un reconocido cirujano plástico de la Universidad de Columbia en la década de 1950, empezó a darse cuenta de un patrón que seguían sus pacientes: cuando les modificaba algún rasgo de la cara, por ejemplo, la nariz, les llevaba 21 días acostumbrarse al nuevo aspecto. Observó también que el síndrome del miembro fantasma en los amputados seguía el mismo patrón de los 21 días.

“Estos y muchos otros fenómenos observados comúnmente tienden a mostrar que se requiere de un mínimo de 21 días para que una imagen mental establecida desaparezca y cuaje una nueva”, escribió Maltz en su libro Psycho-Cybernetics (Psico Cibernética: el secreto para mejorar y transformar su vida), un libro de autoconocimiento que habla del potencial humano, publicado por primera vez en 1960 y que ha vendido varios millones de copias.

William James, uno de los padres de la psicología moderna, escribió Habit, un ensayo que dos años después incluyó en el capítulo IV de su libro Principios de psicología (1890), obra de referencia de esta ciencia. En él mencionaba que aprender nuevas habilidades puede tener un efecto en la estructura física del cerebro, modificándolo y estableciendo nuevas relaciones y circuitos neuronales, que a su vez alteran su funcionamiento. Ya se hablaba entonces del concepto de plasticidad cerebral o neuronal, que ahora es clave en el estudio de las Neurociencias. El cerebro es un órgano moldeable y cada destreza aprendida, lengua estudiada o experiencia vivida, reconfigura nuestro mapa cerebral.

Phillippa Lally, investigadora de psicología de la salud del University College London, y su equipo publicaron en la Revista Europea de Psicología Social, en 2009, How are habits formed: Modelling habit formation in the real world, un estudio que investigaba el proceso de formación de un hábito en la vida diaria. Para ello, se pidió a 96 voluntarios universitarios que escogieran un comportamiento saludable que hasta entonces no hacían, para repetirlo cada día y convertirlo en hábito. Eligieron por ejemplo comer una pieza de fruta en la comida o correr 15 minutos después de cenar. El tiempo que tomó a los participantes alcanzar el automatismo con esta nueva acción varió de 18 a 254 días, y la media fue de 66 días. En el estudio se destaca que el rango tan amplio se explica por el nivel de dificultad de cada conducta, y aunque los participantes estaban motivados para crear una nueva rutina saludable que ellos mismos habían elegido, aproximadamente la mitad de ellos no realizaron el comportamiento de manera lo suficientemente consistente para alcanzar la condición de hábito.

Si el nuevo hábito está ligado a un valor importante para ti, no va a costarte realizarlo” (Mery Viñas, psicóloga y ‘coach’)

Pero, ¿por qué es tan difícil instaurar un nuevo hábito? “Hay muchos factores que fallan”, explica Mery Viñas, psicóloga y coach fundadora de Beecome (Coaching & Training). “Lo que quieres convertir en un hábito, debe conectarte con algo que realmente te motive. Solo se pueden crear con aquellos objetivos y valores con los que te sientas alineado. No sirve de nada querer hacer ejercicio diariamente si eso no está conectado con algo importante para ti, por mucho que te lo recomiende el médico. Si algo no te gusta ni te apasiona, por mucho que lo hagas muchos días seguidos —como indican algunas teorías—, lo acabarás abandonando porque no le encontrarás el sentido. Es importante encontrar sentido a lo que haces y hallar una respuesta a ‘¿para qué lo hago?’ y no ‘¿por qué lo hago?”.

Lo que te haga feliz

A la pregunta de por qué es más rápido adquirir un mal hábito frente a uno beneficioso, Viñas aclara que los nocivos producen placer a corto plazo, y que en muchos casos preferimos la inmediatez al beneficio que, a medio o largo plazo, puede reportar uno saludable. E insiste en que “debemos cultivar la paciencia y saber con certeza que estás conectado con algo bueno para ti, que estás conectado con tus objetivos y valores. Gracias a los valores tomamos decisiones, son la raíz por la que nos movemos y actuamos. Cuando vas a tomar una decisión, la pregunta que deberías hacerte es: ¿esta acción honra alguno de mis valores o los traiciona? Si el nuevo hábito está ligado a un valor importante para ti, no va a costarte realizarlo”.

El arte de ser feliz empieza con una sencilla elección: creyendo en nosotros mismos

Vale destacar que elegir ser feliz, más allá de cualquier pronóstico durante y después de este confinamiento, es el primer salto que te acercará, sin duda, a tu objetivo, porque quien elige decide; porque quien da el primer paso a través de sus pensamientos acabará materializándolo en su realidad, en su vida diaria.

Ser feliz implica, en muchas ocasiones, tomar decisiones que nos implican a nosotros y a los demás. Sin embargo, esto no debe sonar egoísta. Atender a los demás es un acto de generosidad enorme, sin embargo, primero debemos asegurarnos que nosotros albergamos aquello que ofrecemos: felicidad.

Ahora bien, ser feliz, además de una sabia elección, supone en ocasiones tener que priorizar y darnos cuenta de que tal vez debamos ponernos delante de algunas cosas y de algunas situaciones. Suena algo radical, pero en realidad, se trata de mantener un «equilibrio» entre los demás y nosotros.

  1. Escribe todo lo que necesitas hacer, sin analizarlo. Escríbelo, no confíes en tu memoria.
  2. Tacha aquellas que no dependen de ti o que no posees la capacidad, habilidades o información necesaria para llevarlas a cabo. Anótalas en otra hoja y más adelante busca las opciones adecuadas para lograrlo, como pedir ayuda, aprender, etc.
  3.  Califica cada una de las tareas, que quedaron, poniendo el número 1 si tienes que hacerlas hoy, el 2 si puedes hacerla mañana y el 3 si puedes hacerla durante la semana.
  4. Haz una nueva lista con las tareas que tienes que hacer hoy.
  5. A un lado de cada una de estas tareas, coloca la letra «U» si es urgente o la «I» si es importante. Importante significa que se necesita hacer, pero urgente significa que se tiene que hacer. Si no estás seguro de la diferencia, pregúntate: ¿Qué sucede si no lo hago hoy? No elijas en función de lo fácil, sino de lo que te conviene.
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