Suelten a Barrabás por: Arnaldo García Pérez

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“Barrabás va a ser comparado con Cristo, el pueblo podrá elegir al que juzgue mejor de los dos. Aquel hombre, sin proponérselo, se convierte en símbolo de lo que había dicho Jesús: el que no está conmigo, está contra mí. Los hechos ocurrieron así: Pilato en vez de salir en defensa abierta del inocente, como era su deber y se lo dictaba la conciencia, no quiere enfrentarse con los sanedritas. Pretende una jugada política ingeniosa: que sea el pueblo quien libere a Jesús. Es muy posible que sus medios de información fuesen buenos y le constase que Jesús era bien visto entre la gente del pueblo. Pero Pilato era mal psicólogo, desconocía el corazón humano, ignoraba la hondura de la envidia de los enemigos del Señor, y desconocía también la debilidad del pueblo que, a pesar de sus palabras y de sus milagros, no se ha atrevido a creer decididamente a Jesús. Y los hechos sorprendieron al débil ignorante, cuando el pueblo escogió a Barrabas condenando a Jesús”. (tomado de Google)

Es un común denominador ver, en la historia de la humanidad cómo, las personas, con un adecuado manejo psicológico, comunicacional y de masas, pueden pasar de la idolatría al odio.  No importa la trayectoria que esa persona haya tenido en el tiempo, ni los apoyos, favores o milagros que pudo haber influido sobre ellos. Llegado el momento, pensarán con sus vísceras y reaccionarán a sus instintos, sin importar cualquier elemento de raciocinio lógico. Es comprensible que nosotros, como humanos, sintamos admiración y hasta cierta adoración por seres ungidos con características o competencias envidiables por nosotros, que los diferencian de la mayoría, pero que no les da divinidad.

Constantemente estamos en la búsqueda de un ser a quien admirar, y en ello, vamos con el tiempo desechando viejos ídolos, que tal vez en su momento fueron valiosos y de aporte, pero que hoy no nos brindan los beneficios que requerimos, o que, tal vez, son victimas de campañas desacreditadoras de las cuales somos tontos útiles sumándonos al desprecio y denigración.

No podemos caer en la tentación del escarnio y la desacreditación. Es necesario que nosotros, con el poco o mucho conocimiento que tengamos de las situaciones, pasemos por el filtro del análisis objetivo y racional, las situaciones que se nos presentan y podamos, con esta información tomar decisiones sensatas y basadas en la lógica y la realidad. Para eso necesitamos la mayor información que venga de diferentes vías y evitar aquellas que puedan estar contaminadas. Análisis serio y concienzudo que nos generará decisiones adecuadas.

Y una vez establecida nuestra posición, debemos defenderla y proyectarla de la manera mas convincente, con argumentos reales y basados en una relación de respeto hacia quienes presenten posturas contrarias. Sobretodo, hacia aquellos que trabajan en objetivos comunes a nosotros, pero que sólo ven formas diferentes de abordarlos. Formas y no fondo.

Allí estará nuestro crecimiento individual y como sociedad. Necesitamos elevar nuestro nivel relacional y trabajar sobre la base del respeto y la concordia.

Si queremos liderizar el cambio, debemos comenzar por trabajarlo en nosotros.

Animo que sí se puede.

Saludos

Arnaldo García Pérez

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