Por sus frutos los conoceréis: Por Arnaldo García Pérez

Noticias Opinión

El folclore alemán cuenta la historia de un hombre que, al despertar, se dio cuenta de que su hacha habí­a desaparecido. Furioso, pensando que su vecino se la habí­a robado, se pasó el resto del dí­a observándolo. Vio que tení­a maneras de ladrón, andaba furtivamente como un ladrón y susurraba como un ladrón que pretende esconder su robo. Estaba tan convencido de su sospecha, que decidió entrar en casa, cambiarse de ropa, e ir a la comisarí­a a poner una denuncia.

Nada más entrar, sin embargo, encontró el hacha -que su mujer habí­a colocado en otro lugar. El hombre volvió a salir, examinó nuevamente a su vecino, y comprobó que andaba, hablaba y se comportaba como cualquier persona honesta.

Muchas veces somos ligeros para juzgar y basándonos en pocas referencias relacionales, creemos que contamos con la información pertinente para emitir un juicio. Según los estudios en psicología, solo toma una décima de segundo la acción de juzgar a alguien y dar una primera impresión, ​aunque luego, nos tome muchísimo tiempo y evidencias cambiar nuestra manera de pensar sobre esas personas. Esa opinión inicial no viene dada solo por lo que la persona presenta o manifiesta, esa evaluación viene “certificada” por nuestro historial y experiencia, que nos dice que juicios emitir y que generalizaciones hacer con ciertas características.

En pocas palabras, esta impresión o juicio viene dado no por lo que la persona es, si no por lo que “representa para nosotros”, de acuerdo a nuestras historias personales y experiencias que, de una manera inconsciente se la adosamos a este nuevo contacto, dándole desde ese primer segundo características adquiridas con las experiencias con otros.

Ciertas investigaciones encuentran que cuanto más tiempo se toman los participantes para formar la impresión, más confianza tienen en las impresiones que recolectan. ​ Las personas no solo son rápidas para formar las primeras impresiones, sino que también son bastante precisas cuando el objetivo se presenta a sí mismo de manera genuina. Generalmente no hay mucha precisión para percibir emociones fingidas o para detectar mentiras.

Y aunque parezca invención, estas primeras impresiones generan poder. Una vez consideramos que esas personas nos generan confianza y son de fiar, comienza una relación ciega de absoluta entrega a ellos. Sus acciones y conductas son permitidas en base, no a su desempeño real, sino a aquello que nosotros creemos de ellos…y allí pueden venir los desengaños.

Entonces la gran moraleja de esta reflexión es: Debemos aprender a tomar tiempo para conocer a nuestros relacionados, sean estos directos o vinculados a nosotros por una representatividad colectiva. No podemos escoger ni amigos, ni compañeros ni mucho menos representantes gubernamentales por la “bonita impresión” que me puedan generar.

Necesitamos pasar, sobre todo a estos últimos, por el tamiz de las conductas comprobables, la seriedad, comportamiento colaborativo y solidario y una muestra fehaciente de honestidad.

Ya basta de enamorarnos a primera vista de políticos y caer en el desengaño amoroso de su traición.

Por sus acciones los conoceréis.

 

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

www.arnaldogarciap.blogspot.com

 

 

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmailby feather

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

47 + = 50