Cada día la televisión, los periódicos y otros medios nos pasan noticias escalofriantes de familias, niños, mujeres que huyen del hambre, de la guerra, de otros graves peligros, en busca de seguridad y de una vida digna. En la huida a Egipto, narrada por el evangelista San Mateo, el niño Jesús experimentó, junto con sus padres, la trágica condición de desplazado y refugiado, marcada por el miedo, la incertidumbre y las incomodidades. Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste experiencia de la Familia de Nazareth.
Estamos llamados a reconocer hoy, en sus rostros, el rostro de Cristo; ellos son la imagen viva del Cristo hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero y encarcelado que nos interpela.
Cuando hablamos de migrantes y desplazados, nos limitamos con demasiada frecuencia a números. ¡Pero no se trata solo de números, sino de personas! Los números son cantidad, masa sin rostro y sin historia. Mientras que las personas tienen cada una su historia particular. Si, superando el miedo, nos acercamos con interés, podemos ver y conocer sus vidas, hechas pedazos por las circunstancias de violencia, de odios, de hambre o de los fenómenos naturales adversos. Solo conociendo su historia, sus tragedias, empezamos a comprender su presente.
Prueba tú a pensar que el sufrimiento que nosotros experimentamos ahora por la pandemia ha sido un sufrimiento constante, por años, en sus vidas atormentadas por el miedo, el rechazo, el hostigamiento y la necesidad, ya que lo han perdido todo.
Nosotros, como ellos, ahora atrapados por la pandemia que no permite trabajo y sin ingresos, recordemos el viejo dicho del tiempo del Beato Scalabrini: “¡o emigrar, o robar!” Imagínese al migrante cuando se le vence el mes y no tiene con qué pagar el alquiler y, por segunda o tercera vez, tiene que buscar otro techo para los niños y su esposa. “Camina una milla en los zapatos de otros y comprenderás cómo se siente”. Se necesita un largo camino de escucha y de dialogo, para conocer y comprender.
El Papa, además, añade un detalle especial, que merece de nuestra atención:
“Si lo reconocemos, seremos nosotros quienes le agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido”.
“MIGRANTES: HOY COMO AYER”
Padre Francesco Bortignon Fernando Tirro
Misionero de San Carlos Movimiento Laico Scalabriniano
bortignonfrancesco@hotmail.com mls_valencia@yahoo.com
Todos los martes y Jueves a las 11.00am por 97.5fm “La Voz de Dios” – Valencia / Venezuela
Artículos Relacionados






