Por Iván López Caudeiron: La apatía de un País desmoronándose

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La apatía y la alinaación errónea son el gran lastre político de nuestros tiempos. En las elecciones de Concejales en el 2018, la abstención alcanzó más de 70 %. Algunos sostienen que fue hasta el 80 % de abstención, que esos números dado por el CNE están inflados. Pero según sea el caso, la gente ha perdido la sensibilidad respecto a los asuntos políticos y a la clase política; un sentimiento latente de impotencia crece como un tumor en nuestras sociedades. Es cada vez mayor la desafección por lo que ocurre en el escenario político, lo cual produce la (auto) marginación a medida que la política se distancia cada vez más, y muchas personas optan por limitar su atención a los tópicos “light” que les son más cercanos. Es nuestra actual realidad: La apatía política de un PAÍS desmoronándose.

Qué hacer ante la “Apatía POLÍTICA”

Precisar donde radica el origen de la apatía ciudadana, pareciera una tarea difícil. Sin embargo, nos atrevemos hoy a explorar algunos puntos sobre los cuales se puede influenciar, a efectos de poder activar un mayor interés y participación en los asuntos públicos o políticos de nuestra sociedad.

Partimos de un hecho claro: Nos enfrentamos a la sensación de aislamiento social en las grandes ciudades. Todo el mundo anda pendiente de su propio mundo. De sobrevivir. Cada individuo tiene un círculo de amigos cercanos que les permite socializar y estructurar su vida dentro de la sociedad, pero ésta es de corto alcance. Esto es más preciso, en el actual MODO “Pandemia Covid-19”. Más allá del ámbito laboral, es todo un reto poder socializar en un contexto urbano de aislamiento que dificulta el acercamiento en las relaciones humanas. Nos referimos a un estado que los sociólogos suelen calificar de “soledad en la multitud”.

Ese es el escenario sincero de la individualidad social. ¿Qué hacer? Creemos que es posible superar en gran parte esta realidad mediante el desarrollo de las programas de interacción cívica. Complejo esto, si tomamos en cuenta las medidas necesarias de bioseguridad que quedarán de todo lo relacionado al Covid-19. Sin embargo, en ese marco de advertencia de salubridad, espacios de “Centros Comunitarios” de alto roce social, con dinamismo en la temática de áreas sociales y de interés colectivo, ofrecen la posibilidad real de construir una comunidad en la que todos sus integrantes estén conectados y al mismo tiempo motivados a participar como ciudadanos. Allí se pudiera compartir contenidos, presentar iniciativas ciudadanas y recuperar el interés y la articulación de las personas con el objetivo de crear un espacio de colaboración social orientado hacia el compartir, el aprendizaje y la creación. Se trata todo ello, de crear una plataforma diseñada como herramienta para centralizar la información, dar a conocer la existencia de proyectos a favor de la democracia, y ofrecer un espacio para la deliberación y el desarrollo de nuevas herramientas democráticas. Potentes y diversas competencias e infraestructuras tecnológicas y colaborativas, que pudiesen estar en marcha en un plan piloto en pocas semanas, con el fin de multiplicar su impacto. Además, su presentación en un mismo espacio, donde convergen el conocimiento y un ambiente de integración social, permitirá poner en relieve y dar visibilidad a los grupos de activistas y a otras redes.

Una ciudadanía siempre conectada en torno a la construcción de capital social genera comunidades que fomentan el compromiso. Las personas que participan están mejor informadas y forman parte activa y esencial de cualquier iniciativa, estando siempre en contacto con el resto de la comunidad. Al tener noticias de los proyectos locales, pueden reunirse e intercambiar ideas con otras personas con las que tienen cosas en común.

El cambio nace en la comunidad

En ese día a día del venezolano, que busca sobrevivir ante la difícil situación, gobiernos locales y asociaciones civiles o fundaciones, deben abocarse a desarrollar actividades donde la ciudadanía se integre en actividades de ayuda para ellos como ventas de productos o comida a precios solidarios, o jornadas de RIF o Certificado Médico o cursos de emprendimiento laboral u oficio, en toda actividad debe haber una integración social dentro de la comunidad. De este modo, el impacto a corto plazo de cualquier actividad que se realice, será determinante en la socialización de cada individuo en su propio entorno. Una comunidad socialmente relacionada entre sí, es proclive a ser una sociedad que tome temas de orden público o interés colectivo con mayor preocupacióno esmero que la que inicialmente tenía.

El impacto que se busca a largo plazo es aún mayor: hacer que arraigue una ciudadanía informada y curiosa con efectos duraderos en la vida política. Por eso se deben abordar los problemas que se presentan y emplear otras tecnologías y competencias sociales que sirvan para la información y el conocimiento; y al mismo tiempo, ofrecer unas herramientas para el cambio con el objetivo final de conseguir que la ciudadanía participe en los procesos de toma de decisiones públicas.

En efecto, y desde una perspectiva de abajo hacia arriba, debemos estar convencidos de que si queremos ver cambios positivos, éstos deben originarse en la base. Un movimiento de base popular tiene la capacidad de hacerse oír y de crear las herramientas para el cambio. Por eso pensamos que al renovar el interés por la política y crear una ciudadanía informada, tenemos la posibilidad y la ambición de ir más allá del ámbito comunitario y hacernos presentes en el ámbito político. Así lo veo.

IvanLopezSD@gmail.com / Twitter- Instagram: @IvanLopezSD

 

 

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