Los enemigos de la revolución por Gonzalo Martín

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El bueno y el malo, “si no estás conmigo estás contra mí”.

Victimizarse es la manera más fácil de obtener simpatías, si a esto le sumas alguna fantasía heroica y hablas en el tono que la gente entienda y dices ser y/o estar como un desvalido más o estar con ellos, tendrás la fórmula del populismo.

Y el populismo basa su teoría en la diferencia de clases: “el pobre y las élites”

O sea, en las víctimas y sus victimarios.

Los buenos y los malos.

He allí el comienzo de la polarización, de la radicalización, del extremismo; o sea de “pescar en río revuelto”.

Es el atajo en el camino “de la política” para conseguir adeptos, fanatizar a la gente para tener un respaldo duro y estos a su vez vigilar a los “del medio” que si bien suelen ser la inmensa mayoría también son los más callados, gente que se mueve de una opción a otra, que duda, que analiza y saca sus propias conclusiones de acuerdo al momento político. En una época los llamaron “ni-nis”, pero es la masa de la sociedad que más peso tiene en cuanto a decisiones nacionales si el país en el que estuvieran fuese democrático, su grito es silencioso pero contundente, pero claro eso funciona bien es un sistema libre. Los más callados en dictadura seguirán siempre callados.

Por eso el populismo siempre tiene intenciones de no manejarse bien en democracia, de allí el comunismo.

Pero la dualidad política necesita de dibujar un adversario fuerte, incluso más fuerte que ellos para demostrar la épica, y por eso los extremos crean enemigos poderosos, fuertes y malvados.

Y es allí donde la victimización funciona, la solidaridad al débil, que por demás si su lucha en es contra del poder opresor al desvalido…

El populismo viene necesariamente con promesas de progreso y de ofrecer la oportunidad de estar igual a todos por la vía cómoda, rápida. Creo que me comprenden, ¡facilísmo!.

¿Recuerdan a Chávez furioso contra la meritocracia? ¡Pues eso!

El chavismo creó su épica en febrero del 92 y desde allí no ha parado de crear fantasías de luchas, victorias y resistencias, todas en nombre del pueblo.

“Yo me inmolo por ustedes” pero lo hacen desde mansiones, vuelos privados, grandes camionetas blindadas y ahora vacunándose no antes… ¡No!… Cuidándose ellos solos.

El chavismo, excelente alumno de sus profesores cubanos aprendieron que deben haber dos extremos muy escandalosos, que hagan mucho más ruido que el pensamiento intermedio, que mantengan ocupados a todos, a los radicales y sobre todo a los silenciosos.

Venezuela vive en una constante lucha por… lo que sea.

El “divide y vencerás” de Julio César funciona perfectamente. Tanto así que el chavismo ha logrado desmoronar la unidad opositora haciéndola frágil, inestable y endeble, solamente al sembrar dudas y dividir bandos en ella.

O sea, no solo el país está dividido entre, básicamente, régimen y oposición sino que además dentro de la oposición también está fraccionada, en general también en dos toletes, mientras en la acera roja siempre se presentan como un bloque sólido, con sus críticos pero siempre defendiendo lo que ellos quieren hacer ver y representar.

O sea, el chavismo es lo suficientemente cobarde para no enfrentar una democracia y buena parte de la oposición es idiota al no darse cuenta de eso.

Cómo mencioné la victimización es parte del manual, debe tener indispensablemente una buena parrilla de excusas, la exoneración de la culpa.

“Yo no soy culpable de nada” de hecho creo que la única vez que el chavismo se hizo responsable de algún error fue justamente aquel cuatro de febrero que un acobardado Chávez ocultando el miedo (silbando en la oscuridad) que lo hizo entregarse dijo el tristemente famoso “por ahora nuestros objetivos no fueron cumplidos”, desde ese momento hasta el día de hoy, salvo por aquellas “tres R” el país vive el peor caos contemporáneo en lo político, económico y social desde que el chavismo se hizo del poder sin que los responsables asuman ninguna responsabilidad al respecto.

El radicalismo jamás será crítico, el extremismo rara vez será ecuánime ya que siempre se dejará llevar por las pasiones.

Y es a esto que las dictaduras juegan; manipulan el sentimiento a través de las necesidades para obtener ellos, en sus propios intereses, el sostén en el poder.

La revolución tiene enemigos, pero no son realmente los que ellos dibujan, el verdadero enemigo de la revolución chavista es la individualidad del pensamiento; por eso no te dejan pensar.

En el país del chavismo siempre habrá un conflicto de cualquier tipo. Enfrentamientos fuertes, y si es necesario, violentos ¡muy violentos! Usarán lo que sea para lograr su beneficio.

Para finalizar me atrevo a repetir, el chavismo siempre se presenta sólido (las cabras que se salen del camino automáticamente son desprestigiadas y hasta agradecen que se hayan separado del “proyecto”) sin embargo, en la acera de enfrente una oposición atomizada, cayendo en el infantil juego de la dictadura de estar dividida. División que únicamente los miopes no ven a quien beneficia.

En estas líneas sé que no he dicho nada nuevo, pero no está de más repetirlo de vez en cuando.

¡Allí les dejo eso!

Gonzalo Martín

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