Receta para la crueldad por Arnaldo García Pérez

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Revisando las ofertas de películas y series que tiene Netflix en su programación, me tope con una miniserie titulada “Cómo se convirtieron en tiranos”, un interesante documental que nos pasea por la encantadora fórmula para desarrollarse como un dictador. Si usted quiere optar por esta atrayente carrera, solo basta con ver detenidamente esta serie y seguir al pie de la letra sus recomendaciones para llevarlo al éxito y, si tiene suerte, perpetuarse en el poder por muchos años o hasta la eternidad.

De la mano de diferentes especialistas, entre historiadores, catedráticos, periodistas, psicólogos y sociólogos, cada capítulo nos pasea por la historia contemporánea para analizar los ingredientes de esta receta milenaria para construir déspotas. No es que sea una profesión de reciente creación. Los tiranos han existido a lo largo de la historia de la humanidad, ya que este deseo viene de la mano de la esencia del ser humano y su ambición por el poder, sin embargo, esta miniserie, antes de analizar a Atila, nos presenta la historia de seres conocidos por su actualidad y vigencia ya que, aún alguno de ellos se mantiene activo y los otros han sido conocidos por el dolor y sufrimiento causado a sus naciones y a la humanidad. Nos referimos a Adolf Hitler pasando por Joseph Stalin, Saddam Hussein, Muamar El Gadafi, Idi Amin Dada y la dinastía Kim en Corea del Norte.

 

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Evidentemente faltan muchos nombres en esta interesante lista. Tal vez no mencionados en profundidad en el documental por el bajo impacto a nivel global de sus acciones, pero que, al igual que los nombrados, se sirvieron de esta receta mágica para causar terror, dolor y perpetuarse en el poder. Es interesante ver cómo existe un patrón común de comportamiento y estrategias. No solo la ambición del poder te permite alcanzar tus objetivos, sino que tienes que hilvanar una serie de aspectos secuenciales que te garanticen ese objetivo. Ellos señalan como importantes: Conquistar el poder, Aplastar a los rivales, Gobernar mediante el terror, Controlar la verdad, Crear una nueva sociedad y Gobernar eternamente. Cada una de estas etapas lleva consigo muchas acciones y con ellas terror y dolor.

Es asombroso ver el grado de similitud que se presenta en estos casos. Desde el origen de los tiranos dictadores, quienes fueron seres que adolecían de recursos económicos y en muchos de los casos con una insignificante carrera profesional, hasta que, se les presentó la oportunidad de apostar por el poder, pasando por encima de muchas vidas. También las estrategias implementadas a lo largo de sus dictaduras: todos aplicaron la cartilla respetando cada uno de sus capítulos. Puede que alguno intensificó más o menos, pero, en conclusión, todos trabajaron muy duro y sin piedad, de manera sanguinaria para mantener el poder y perpetuarse por décadas, manteniendo a su pueblo sumergido en la pobreza y bajo una desesperanza que no les permitía reaccionar ante estas situaciones.

Mucho más asombroso es ver cómo, hoy en día, estas acciones se siguen presentando en la actualidad en muchas naciones, en menor o mayor escala, pero tras un mismo fin: dominar y someter al pueblo. Lamentablemente el final de estos procesos no tiene el desenlace que quisiéramos, por lo menos en los tiempos, y el patrón de duración de estos regímenes se hace eterno, con procesos que pueden durar varias décadas de dictadura o perpetuarse en el tiempo como en el caso de Corea del Norte.

Una reflexión de este aprendizaje. Si queremos cambiar y evitar que nuestras naciones caigan en manos de desalmados como estos, es imperativo enfocar todos los esfuerzos en la educación. Un pueblo culto, que conozca sus capacidades no es presa fácil de encantadores de serpientes. Una población con capacidad de discernir y tomar las mejores decisiones en cuanto a quienes los representan y por qué, garantiza la escogencia de los mejores, por sus capacidades y competencias y no por amiguismos o confabulaciones partidistas.

La humanidad se debate entre estos estilos. Debemos mantener la esperanza en el ser humano y sus capacidades. El hombre es noble por naturaleza y allí debemos enfocar el trabajo. Educar a los niños y jóvenes en valores y principios, enseñarles bajo un pensamiento crítico y creativo las posibilidades inmensas de futuro. Invertir en la ciencia, la tecnología y la salud. Crear ciudadanos fuertes mental y físicamente para responder a los retos. Allí está la clave.

Ese es el desafío que enfrentamos para erradicar esas especies dañinas para la sociedad.

El reto es educar.

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

www.arnaldogarciap.blogspot.com

 

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