¿Cómo se han organizado los venezolanos en Argentina? por Constanza Armas

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En las siguientes líneas expondré algunas reflexiones sobre las organizaciones civiles venezolanas en Argentina y su relación con diferentes momentos históricos del país de origen teniendo en cuenta las narraciones incorporadas en la ponencia titulada “Historia de las organizaciones de migrantes venezolanos desde la experiencia de las mujeres” (Armas, 2019).

Las asociaciones de migrantes, en general, surgen con el objetivo de servir de red de apoyo a sus paisanos en los países de llegada. Estas pueden tener diferentes niveles de formalización,  que comúnmente están asociados con el tiempo que tiene la comunidad en el país de acogida, su madurez organizativa, las necesidades generales que presentan y las facilidades u obstáculos que se les imponen en el nuevo país a estas poblaciones.

 

En el caso de Argentina, el proceso de asociacionismo venezolano es de larga data. La primera organización en Buenos Aires que se conoce es la Casa de Venezuela fundada 1983, que tenía como finalidad ser referente de reunión a la nueva migración venezolana de la época, y difundir diferentes aspectos de la cultura y gastronomía criolla en la capital sureña.

De esta se desprendió la agrupación damas venezolanas, que estuvo conformada por mujeres que acompañaban a sus parejas (venezolanos y argentinos) trabajadores de empresas nacionales o multinacionales. Esta nueva asociación continua la tradición de la anterior y suma diferentes acciones solidarias, como recolección y envío de donaciones de alimentos y otros, a regiones argentinas que mostraban altos niveles de pobreza.

 

Es interesante observar cómo estas organizaciones informales se fundan y consolidan en el momento en que comienza a desarrollarse una incipiente migración de personas venezolanas, producto de la crisis económica que protagonizó este país a finales de la década de los ochenta (Freitez, 2011).

 

Una característica para destacar de estas organizaciones tiene que ver con su vinculación con el Consulado Venezolano en Buenos Aires, institución que facilitaba el intercambio entre estos migrantes, y con otras personas argentinas que tenían un lazo afectivo con Venezuela.

 

En palabras de X (mujer venezolana de 63 años, arribada a Buenos Aires en 1981, que se mantiene activa como voluntaria de asociaciones de venezolanos):

 

Nos conocimos en la embajada porque no había otra manera de conocerse por el año 83, porque éramos pocos. Al principio en la Casa de Venezuela éramos tres luego se fueron sumando más (…) es que todos íbamos a la embajada, eso era otro mundo, tú no te puedes imaginar un mundo así, celebrábamos, conocíamos gente, la mujer del embajador nos invitaba a comer (…) la embajada era mi pedacito de Venezuela en la Argentina.

Tal como refieren Gavazzo (2008) y Moctezuma (2005), las organizaciones y agrupaciones de migrantes, como las mencionadas, suelen tener como primer objetivo servir como referente territorial, afectivo, y matriz de pertenencia para sus paisanos, ya que permiten conservar y recuperar simbólicamente su cultura en el país de destino.

 

En el año 1999 nace la Asociación de Venezolanos en la República Argentina (ASOVEN), que se constituye con miembros de las ya desaparecidas organizaciones Casa del Venezolano y Damas Venezolanas. ASOVEN se registra formalmente para poder enviar donaciones a Venezuela durante el deslave de Vargas, ocasionado por un evento climatológico que desencadenó intensas precipitaciones ocasionando importantes pérdidas materiales y de vidas humanas. En este sentido, si bien mantiene la tradición solidaria y cultural de sus predecesoras, tiene como rasgo distintivo la vinculación solidaria directa con acontecimientos que se desarrollan en el país de origen.

 

Otro aspecto por resaltar es que este proceso de consolidación organizacional se materializa gracias a la participación de un nacional argentino, retornado de Venezuela una vez restablecida la democracia en Argentina, quien hizo todas las gestiones y, además, por muchos años formó parte de su junta directiva. La participación de personas e instituciones sociales, políticas y eclesiásticas argentinas, es un aspecto que se puede observar en el desarrollo de casi todos los procesos organizativos venezolanos en dicho país hasta la actualidad.

 

Entrados los años 2000, empiezan a configurarse asociaciones con otros fines, que van respondiendo, de igual  manera a los cambios políticos y sociales que ocurren en Venezuela. Un ejemplo de esto fue la asociación Venezuela es una, creada en Buenos Aires en el año 2006, con la finalidad de promover la participación política de las personas venezolanas en Argentina.

Al respecto L (mujer venezolana de 45 años, arribada a Buenos Aires en 2006, activa como voluntaria de asociaciones de venezolanos) comentaba que dicha asociación “nació cuando el firmazo, pero nunca fue registrada (…) se encargaba de eventos electorales, de recoger firmas, del firmazo, de las primarias, del referéndum, del referéndum 1,2,3 X”.

 

Esta organización informal, responde a momentos de intensa polarización política y social en Venezuela. En este tiempo, se visibilizan cambios significativos en relación con el apoyo institucional del Consulado Venezolano hacia las agrupaciones de migrantes. Es decir, durante estos años la tensión política, económica y social que se fue incrementando en Venezuela también se vivió de manera trasnacional.

 

Alrededor de los años 2016 y 2017, y con intensidad a partir de 2018, con el desarrollo de la emergencia humanitaria compleja que existe en Venezuela y la consecuente migración forzada, se incrementaron los arribos de personas venezolanas a la Argentina elevándose a 238.000 el stock para finales de 2019 (R4V, 2019:75), hecho que se tradujo en la proliferación de diferentes tipos de organizaciones a nivel nacional.

 

En palabras de IS

 

La colectividad venezolana comenzó a aumentar, aunque en mi opinión el quiebre vino en el 2014. El boom en el sentido de la cantidad de migrantes. Empezamos hablando -se han dado cuenta de la cantidad de venezolanos que hay- (…) A raíz del 2015 comenzamos a tener un montón de consultas por Facebook, por todos lados y empezó a convocar migraciones y comenzamos a ver la cantidad de venezolanos que estaban llegando y se tornó muy difícil principalmente para profesionales y matrimonios jóvenes con hijos chiquitos. Así tuvieran trabajo profesional en Venezuela no les alcanzaba, y por otro lado, no ven futuro para sus hijos.

Hoy se contabilizan más de cincuenta asociaciones de venezolanos, las cuales cuentan con distintos grados de formalidad, algunas funcionan como una red informal de paisanos y otras están registradas como asociaciones civiles.

 

Pacecca y Liguori (2019) resaltan algunos aspectos característicos de estos procesos asociativos más recientes como son la rapidez con la que ocurrieron, la centralidad de la formación profesional como criterio convocante y estructurante de numerosas asociaciones, la direccionalidad de sus acciones hacia el diálogo con instituciones y organismos públicos argentinos, y la relevancia que colocan en la tensa situación política que se vive en Venezuela.

 

Las personas, en general mujeres, que conforman estas nuevas y diversas asociaciones, comparten el perfil de la migración forzada venezolana reciente en Argentina. Son personas jóvenes, universitarias, de estratos económicos diversos en el país de origen (aunque en su mayoría clase media) y con una historia de movilización reciente, por lo que vivieron de primera mano experiencias asociadas a la crisis humanitaria venezolana, y llegan al país con menos recursos económicos que sus predecesores.

 

Las nuevas organizaciones apoyan de manera solidaria a sus paisanos, facilitándoles la creación de redes y orientándolas para fomentar su integración. Partiendo de la situación de empobrecimiento generalizado de esta población en el país de origen y la necesidad apremiante de buscar recursos económicos para mantenerse y, en muchos casos, enviar dinero a sus familias en Venezuela, no sorprende que la focalización de sus acciones organizativas se centren en el apoyo a la búsqueda laboral (formal e informal), el asesoramiento en gestiones migratorias, la orientación para la reválida y convalidación de títulos universitarios y la referencia a instituciones estatales que prestan apoyo a las personas migrantes, entre otras.

 

En Argentina, las asociaciones de migrantes se están comenzando a organizar en federaciones o consorcios que les han permitido tender puentes en bloque con diferentes instituciones del Estado, con las que han establecido diferentes mesas de trabajo para abordar temáticas de radicación y otros aspectos de interés para la colectividad.

 

Así mismo, durante el confinamiento obligatorio producto del COVID-19 estas asociaciones tuvieron un papel protagónico en la consecución de diferentes apoyos, como bolsas de comida y abrigo, para la colectividad a través de alianzas con instituciones estatales y multilaterales; y por medio de medios como grupos de WhatsApp y formularios web.

Como se mencionó, el fomento de la integración ha sido uno de los objetivos que se han trazado estas organizaciones desde sus nichos de trabajo específicos. Es probable, que la situación de crisis venezolana se mantenga en el tiempo, por lo que estas asociaciones se encuentran en un proceso de fortalecimiento para mejorar sus respuestas a las demandas migratorias actuales y a los nuevos actores políticos y sociales que se presentan en la Argentina y en Venezuela (Armas, 2020).

 

A modo de cierre se puede decir que los procesos organizativos de las personas migrantes venezolanas en Argentina son de larga data, constituyendo uno de los más antiguos de América Latina. Es llamativo que, con independencia del momento de la migración, las personas venezolanas han llevado a cabo acciones colectivas que responden a las situaciones políticas y sociales del país de origen y que, en la actualidad, están volcadas a la acción local de integración, por medio del fortalecimiento de las redes de las personas venezolanas que migran atravesando situaciones de máxima vulnerabilidad.

 

Por Constanza Armas Acosta

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