Errar es humano por Arnaldo García Pérez

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“Cuentan que tras cientos de intentos fallidos e innumerables pruebas, Edison consiguió finalmente un modelo de bombilla capaz de soportar con fiabilidad las condiciones previstas. Durante años había soñado con aquel momento en el que todos sus esfuerzos se veían ampliamente recompensados. Edison, orgulloso, llamó a su ayudante Jimmy Price para que guardara aquella bombilla hasta poderla enseñar a los inversores. De pronto se escuchó un ruido de cristales rotos y al volverse Edison comprobó como su bombilla, aquella en la que tanto esfuerzo había invertido, estaba hecha añicos en el suelo. A su ayudante se le había resbalado de las manos. Es fácil imaginar lo que Edison debió pensar y sentir en ese momento, sin embargo, la historia cuenta que no dijo ni una sola palabra e inmediatamente se dirigió a su mesa de trabajo y se puso a fabricar un nuevo modelo de bombilla. Días después cuando hubo finalizado de nuevo su trabajo, Edison hizo algo muy importante en señal de que había perdonado a Jimmy. Lo llamó y con una sonrisa le entregó la nueva muestra diciéndole “Ten cuidado”. El muchacho no rompió aquella bombilla y su invento se convirtió en uno de los más revolucionarios del momento”. (Google-La Mariposa y El elefante)

El ser humano es complejo. Supera a cualquier computadora diseñada por el hombre, ya que cuenta con innumerables sistemas y subsistemas que se coordinan con una precisión milimétrica. Es tal la armonía de su desempeño que desde su nacimiento posee grandes capacidades para el desarrollo físico, el aprendizaje y el conocimiento que auguran, en la mayoría de los casos, un desempeño exitoso o por lo menos promedio entre nosotros. Esas características físicas y mentales se potencian con el tiempo y van generando una experticia generadora de respuestas exitosas ante los retos. Sin embargo, no somos infalibles. Vivimos en un mundo donde estamos expuestos a situaciones y variables, muchas veces fuera de nuestro control, y que nos hacen vulnerables a la falla y al error. El mayor aprendizaje, que nos hace mejores personas viene de nuestros aciertos y desaciertos, de reconocernos seres frágiles ante situaciones y comportamientos que nos hacen débiles y con capacidad para las equivocaciones.

Errare humanum est, es una frase en latín que significa “errar es humano” y nos condiciona a una característica intrínseca del ser humano, que, pese a sus capacidades, puede caer en el error y la equivocación. Es parte de nuestra naturaleza y debemos vivir con ella, en ella y con la creencia firme en nuestra capacidad de superación. Todos cometemos errores, bien en nuestras relaciones familiares, como padres, como hijos, como parejas, como jefes o empleados y hasta como ciudadanos. Estamos en un continuo aprendizaje-error que nos lleva en un zigzagueante crecimiento con sus caídas y alzadas, pero que en cada experiencia nos hace mejores ante las situaciones de vida.

Existen dos elementos peligrosos que van de la mano con lo conversado. Uno, la arrogancia que podemos tener como seres humanos de creernos inmunes a los errores y sentirnos todo poderosos en la razón y el conocimiento. Esta actitud nos limitará en nuestras relaciones, ya que, lo que haremos permanentemente es “esconder” nuestros errores ante los otros y enmascararnos en un desempeño irreal, y el segundo, el mantener una actitud pasiva ante el error y hacerlo parte permanente de nosotros, con lo cual, estaremos persistentemente justificando nuestras limitaciones y nuestro bajo desempeño en esa tarea. Esto quiere decir que, debemos reconocer los errores, aprender de ellos y tratar de no cometerlos nunca jamás.

La otra cara importante del reconocernos aptos para el error, es que nos permite, una vez aprendida la lección, apoyar a otros en no caer en las mismas equivocaciones. Aunque dicen que “nadie aprende por experiencia ajena”, nada mal nos caería que nos advirtieran de los errores y que nosotros hagamos lo propio con otros para evitarles esas molestias. Se aprende también del error ajeno y nos ahorra muchos sinsabores.

Asimilando la experiencia de Thomás Edison, entendamos los errores como parte de nuestro desempeño, apoyemos a los otros desde la bondad y la comprensión a asumir sus aprendizajes y errores y estimulemos un ambiente de formación permanente. Así seremos mejores personas, creceremos juntos como sociedades y podremos desarrollarnos en armonía y paz.

“errare humanum est, sed perseverare diabolicum”; que traducida literalmente significa: “errar es humano, pero perseverar (en el error) es diabólico.”

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

www.arnaldogarciap.blogspot.com

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