¿Navidad para todos? por Arnaldo García Pérez

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“Fernando Silva dirige el hospital de niños, en Managua.  En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba detrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedía permiso. Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano: –Decile a… –susurró el niño–. Decile a alguien, que yo estoy aquí”. (Eduardo Galeano)

La navidad es para numerosas personas sinónimo de alegría y esperanza. Tal vez sin conocer a profundidad el origen de estas fechas, muchos de nosotros hacemos una mezcolanza de tradiciones para convertir el mes de diciembre en uno lleno de entusiasmo. Desde la tradicional festividad de la natividad del señor Jesucristo, para los cristianos, hasta la llegada del solsticio de invierno para los nórdicos, o la venida del famoso papá Noel para otros, estas fechas se convierten en escenario propicio para nuestras rituales personales y son momentos de ilusiones y sueños de lo que podrá depararnos el futuro en el próximo año.

Desde muy pequeños, sin importar el país de origen o nuestra condición económica, nos contagiamos de un ambiente festivo que nos lleva a despertar sueños e ilusiones.  La esperanza de algo mejor, como ese intangible que nos acerca a nuestros mejores deseos, es el boleto que todos jugamos en esta temporada cargada de ilusiones. Dependiendo del alcance de los presupuestos familiares todos la celebran a su medida, desde los más humildes hasta los más encumbrados, hacen de estas fiestas motivos de regocijo, anhelo y gozo. Dichosos los pertenecientes a este grupo, porque marcan una notable diferencia.

Pero a todos, la ruleta no nos lleva al mismo premio. Lamentablemente, hoy día en el mundo, vivimos situaciones diversas que nos trasladan a escenarios de muy poca alegría. Por segundo año consecutivo, la pandemia del virus nos paraliza con la llegada de una quinta o sexta ola, dependiendo de los países, pero con una contundencia de cuidado producto de sus mutaciones y variaciones en los síntomas y sus consecuencias. Son millonarias las pérdidas humanas alrededor del globo, y dicho así parece lejano, pero para aquellos que han tenido pérdidas directas, y en muchos casos de varios familiares a la vez, son momentos de profundo pesar. Aunado a esto, la naturaleza no ha dejado de demostrar su enfado y persisten en el ambiente diferentes calamidades que traen su secuela de víctimas y damnificados. Y como guinda del pastel, la situación política conflictiva en muchos países ha originado alrededor del mundo, una, sin precedentes ola de millones de migrantes que abandonan sus hogares y salen, sin recursos y con un futuro incierto a recorrer caminos y fronteras frente al rechazo y repudio de muchos, para hacer más lamentable su situación.

En vista de este escenario tan disímil, quiero invitarte a una profunda reflexión: ahora que estamos en vísperas de celebrar el espíritu de la navidad, con la llegada del solsticio de invierno y celebrando también la llegada del niño Dios, agradezcamos y reconozcamos nuestras bendiciones. Pese a las desigualdades que podamos tener y la falta de recursos que nos puedan aquejar, seamos agradecidos por lo afortunados que somos ante millones. Y hagamos de esa fortuna, del tamaño que sea, un instrumento que nos permita compartir con otros algo de nuestra humanidad.  Recuerda apoyar, colaborar y contribuir, en la medida de tus posibilidades con otros, dando algo, por insignificante que nos parezca, pero elemental e importante para quien lo recibe. Evitemos la tendencia natural a exhibir en nuestras redes lo afortunados que somos y los lujos o placeres que podemos disfrutar, ya que se convierten en muestras de arrogancia hacia otros con menos bendiciones. Actuemos desde nuestra humildad y modelemos conductas de servicio.

En estos tiempos de reflexiones y planes de acción para el futuro, incluyamos en nuestros proyectos a los más necesitados. Que no solo se conviertan en una caridad propia de las fiestas navideñas, sino que sean ingrediente activo de nuestra persona, como seres sensibles al sufrimiento y necesidad de otros.

“El sabio no atesora. Cuanto más ayuda a los demás, más se beneficia. Cuanto más da a los demás, más obtiene para él.”  Lao Tse

Saludos y mis mejores deseos en estas navidades.

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

www.arnaldogarciap.blogspot.com

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