Presos y Rehenes por: Gonzalo Martín

Noticias Opinión

 

“Cuando los presos forman parte del acuerdo, hay que preguntarse dónde termina la condición de presos y donde comienza la de rehenes”

Jonathan Martinez

Articulista de NacióDigital de España.

 

“Durante los últimos siglos de la República, Roma recibió un gran número de

rehenes y prisioneros de guerra. Los rehenes eran parte de las negociaciones diplomáticas entre Roma y sus enemigos y servían como garantía para el cumplimiento de los acuerdos post-bélicos, mientras que los prisioneros de guerra eran consecuencia de las victorias en el campo de batalla. Aunque el status legal de los dos grupos era diferente, el camino que siguieron

desde sus lugares de origen hasta su destino final bajo el control romano tuvo importantes.”

Denis Alvarez Pérez-Sortoa en su publicación”

“Confinamiento de presos y rehenes en la Roma republicana”

 

Obviamente existe una notable diferencia conceptual entre rehenes y presos, según la RAE así como por la justicia y las leyes que exponen de manera muy clara lo que es una cosa y la otra. Pero un asunto es el papel y otro los hechos.

Por supuesto, la gruesa línea divisoria de ambas definiciones se borra en los regímenes dictatoriales.

El dictador no sabe diferenciar entre uno y otro. Cuando se tiene el poder absoluto no importa la norma. Simplemente los ciudadanos son piezas del macabro juego para sostenerse en el poder.

No es lo mismo comparar a Alex Saab que a Juan Requesens.

El primero está preso y no ha sido ficha de ninguna negociación, por más que los voceros de Maduro y él mismo así lo hayan solicitado; el segundo ha sido pieza de negociaciones.

A Saab se le conoce perfectamente la causa y los lapsos. Tiene la posibilidad de entrevistarse con sus abogados, de presentarse en tribunales cuando el juez lo determine.

A Requesens lo mantienen en constante zozobra, no se conoce de su causa ni la evolución de la misma.

O sea, a la vista de los hechos Alex Saab es un preso esperando juicio y Juan Requesens es un rehén esperando alguna negociación.

Alejandro Andrade, sentenciado en USA por lavado de dinero cumplió con su acuerdo con el tribunal, le dictaron sentencia la cumplió y hoy está libre. Lo mismo con Franklin Durán, sentenciado por haber realizado labores de agente extranjero en los EEUU, no colaboró (que se supiese) con el tribunal, cumplió sentencia y quedó en libertad. Así funciona la justicia cuando es independiente.

Sin embargo, en Venezuela, no sólo los nefastos retardos procesales a la orden del día que son tortura para los detenidos y también a sus familias; es que además los presos por razones políticas cumplen sus sentencias y tardan más de un año en ser liberados como los casos de los primeros tenientes Luis Hernando Lugo Calderón y Peter Alexander Moreno Guevara, secuestrados por el régimen por el supuesto caso del “Golpe Azul”.

Está el famosísimo símil con la puerta giratoria, unos salen y otros entran.

Los ciudadanos venezolanos, para la dictadura de Maduro somos barajitas de intercambio o negociación y amedrentamiento.

Aun recuerdo cuando al Señor del Papagayo lo detuvieron por unas horas ya que le pareció peligroso un mensaje que colocó en su emblemático papalote.

Recientemente, unos ancianos fueron catalogados de subversivos al protestar con cartulinas las infames jubilaciones que reciben del Estado y fueron también detenidos.

Es así que en Venezuela, como lo dijo una vez el fulano Otaiza, se vive en “un estado general de sospecha” y quien diga eso estando en el poder es que tiene miedo, y el miedo hace reaccionar a la defensiva dando pasos adelante con violencia y represión.

La dictadura de Nicolás Maduro vive con miedo; no en balde la ciudad de Caracas por ser emblemática al tener en ella los poderes del Estado ha sido la consentida por encima de la provincia en el suministro de los servicios públicos.

Es así, que en Venezuela, todos somos rehenes, fichas que son manejadas para el control de la ciudadanía.

A través del control social, de los medios de comunicación, de la constante represión judicial y policial; las frecuentes amenazas de los grupos organizados en barrios y urbanizaciones que a veces llaman “colectivos” pero que comenzaron siendo los “Círculos Bolivarianos”, el chantaje con los CLAPs y así… la lista es larga.

El venezolano es rehén de la dictadura, pero si por alguna razón, el régimen se siente ligeramente amenazado, gracias a su piel extraordinariamente sensible nos convierte en presos.

¿Cuánto tiempo hemos estado presos en el país por no tener acceso a pasaportes?

¿Por qué un día a Maduro le dio la gana de cerrar las fronteras y limitar la salida del país a los venezolanos?

El control de las divisas no sólo fue una plataforma para enriquecerse los rojos, también fue una herramienta política de control del rehén, pregúntenle a Aristóbulo; bueno ese ya se murió, busquen en Google.

Es así, que la dictadura pretende tener el control total de nuestro comportamiento, los bloqueos a los medios de comunicación libre es otra puerta que cierra el gobierno chavista para que el ciudadano se mueva únicamente en la información que ellos pretenden.

¡Rehenes!

El chavismo-madurismo utiliza el dominio de la voluntad del rehén a través de limitaciones de movilidad, del ejercicio al derecho de ser ciudadano, restringe la protesta y la criminaliza.

En dictadura, la diferencia entre ser rehén y preso es casi un formalismo. Es un suitche que se cambia a criterio de algún funcionario a como esté de humor en ese momento debido al temor de ser desplazado.

¡Allí les dejo eso!

Gonzalo Martin

IG/TW: @gmartin1961

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmailby feather

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

48 − = 43