Reaprender para trascender por Arnaldo García Pérez

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“Dos semillas estaban juntas en el suelo primaveral y fértil. La primera semilla dijo: —¡Yo quiero crecer! Quiero hundir mis raíces en la profundidad del suelo que me sostiene y hacer que mis brotes empujen y rompan la capa de tierra que me cubre… Quiero desplegar mis tiernos brotes como estandartes que anuncien la llegada de la primavera… ¡Quiero sentir el calor del sol sobre mi rostro y la bendición del rocío de la mañana sobre mis pétalos! Y así creció. La segunda semilla dijo: —Tengo miedo. Si envío mis raíces a que se hundan en el suelo, no sé con qué puedo tropezar en la oscuridad. Si me abro paso a través del duro suelo puedo dañar mis delicados brotes… Si dejo que mis capullos se abran, quizá un caracol intente comérselos… Si abriera mis flores, tal vez algún chiquillo me arrancara del suelo. No, es mucho mejor esperar hasta un momento seguro. Y así esperó. Una gallina que, a comienzos de la primavera, escarbaba el suelo en busca de comida encontró la semilla que esperaba y sin pérdida de tiempo se la comió”.

Venimos a la vida para trascender. Tal vez parezca una palabra grande y que refleja enormes esfuerzos y acciones heroicas, pero no es así. Todos en esta vida trascendemos. Algunos de una manera más publica y otros desde un entorno más privado o familiar, pero todos marcamos huellas que se perpetúan en el recuerdo de nuestros allegados y relacionados. Pasamos por la vida dejando una serie de experiencias a otros, a veces conscientes, otras sin darnos cuenta, pero, en fin, dejando una estela de nosotros mismos en nuestro andar por esta vida. Algunos lo hacen efectivamente y otros no tanto y de ese accionar, trascendemos positiva o negativamente.

Debemos ser conscientes que vinimos a este mundo a dar y recibir. No podemos vivir la vida bajo la filosofía de “como vaya viniendo vamos viendo”, porque esto sería como hacerse a la mar y dejar que el viento sea dueño de nuestro destino. Al ser conscientes del impacto que podemos ocasionar en otros, tenemos la obligación filosófica y humana de hacernos responsables de comportamientos y conductas. El mundo demanda coherencia en los comportamientos. Necesitamos rescatar principios y valores fundamentales para la convivencia. Debemos entregar a las futuras generaciones ejemplos de conductas de armonía y solidaridad. Pero esto no se hace solo desde el discurso. Todos debemos actuar en consecuencia y creer para modelar. Sentir para actuar en función a esos sentimientos.

Este año 2021 nos reta a ser diferentes. A reaprender de nuestros comportamientos. Evaluar nuestras formas para crear nuevas maneras de hacer y actuar. Algo debemos haber aprendido de lo vivido y sufrido el año pasado. Que ese sentimiento sea la mecha que encienda nuevas formas de comportamiento y conductas. Desde una mirada colectiva e inclusiva. Pensando en un nosotros todo el tiempo y buscando la mejor forma de aportar desde cualquier trinchera. Reaprender es romper paradigmas y voluntariamente buscar nuevos patrones de comportamiento. Tenemos la obligación de desaprender para aprender. Borrar actuaciones y experiencias del pasado para transformarlas en nuevos espacios de creación y pensamiento colectivo.

Sin mirar a los lados, cada uno tiene la obligación de aportar algo diferente. Desde su individualidad. Trabajemos en un trascender en positivo impactando a la mayor cantidad de gente.

Demos lo mejor.

“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender” Alvin Toffer.

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

www.arnaldogarciap.blogspot.com

NOTA: Te invito a participar en una Master Class gratuita “CALIBRANDO MI PROPOSITO” que estaré dictando vía Zoom el jueves 28 de enero a las 03:00 horas Venezuela, 20:00 horas España.

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